La escuela española y las teorías del desastre
La utilización política de los informes internacionales embarra el debate educativo
El Congreso vota mañana una reforma envuelta en rechazo y polémica
“Las estadísticas, si las torturas bien, acabarán diciéndote lo que
les pidas”, decía hace años en privado un analista educativo de un
organismo internacional. La utilización política de los informes
internacionales sobre educación ha corrido paralela a su aumento y
popularidad. De hecho, los monumentales trabajos de la OCDE con el informe PISA
(que mide las competencias básicas de los chicos de 15 años de más de
60 países del mundo) o el recién publicado PIAAC (hace lo mismo con adultos de 16 a 65 años)
se presentan como herramientas para que los Gobiernos tomen decisiones
informadas en una materia tan delicada y crucial. Y aportan, es
innegable, una ingente cantidad de información valiosa. El problema
llega cuando asoma una utilización política que toma los resultados que
conviene y cuando conviene y, además, los especialistas empiezan a
señalar en direcciones contrarias usando como base los mismos datos.
Un ejemplo perfecto se encuentra en esa reciente presentación del
PIAAC, que la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio,
aprovechó para desacreditar la ley que puso en marcha un Gobierno del
PSOE en 1990. Y lo hizo apenas unos días antes de que se vote en el
Congreso (ocurre mañana) la reforma impulsada por el ministro José
Ignacio Wert, que ya ha sido frontalmente rechazada con huelgas y manifestaciones en la calle por buena parte de la comunidad educativa y, en el Parlamento, por casi toda la oposición.
Los economistas de la Pablo de Olavide José Antonio Robles y Antonio
Villar apuntan en sendos trabajos ese impacto negativo de la LOGSE del
que habló Gomendio, pero advierten en los propios textos que los
resultados no son sólidos. El primero, halla un ligero descenso en la
puntuación de cálculo durante la primera etapa de transición de la LOGSE
(durante toda la década convivieron modelo nuevo y antiguo) y el
segundo, también en ese mismo periodo de transición, detecta que entre
las personas de 25 a 34 años que han estudiado hasta enseñanzas medias
hay menos en el nivel 3 de competencia lectora (32,25%) que en la
cohorte de 35 a 44 (35,29%).
“Están cogidos con pinzas”, señala el sociólogo de la Complutense
Julio Carabaña, que había calificado un día antes como “disparate” la
rotundidad de Gomendio al decir que la LOGSE había fracasado en su
intento de mejora. El también sociólogo de la Complutense Rafael Feito
añade: “Hay comunidades en el informe PISA [como La Rioja o Castilla y
León] que obtienen resultados como los de los mejores, como Finlandia, y
lo han hecho con las mismas leyes que todos los demás”. En general, el
PIAAC señala para España un gran avance entre los resultados de los más
jóvenes con respecto a los mayores, pero con una puntuación media que le
deja en el penúltimo lugar en lectura y el último en matemáticas de los
23 países evaluados.
Mientras Carabaña dice que España está en el informe “al nivel de
Italia, no muy lejos de Francia”; y que en cualquier otro campo
“parecería normal”, el también sociólogo Mariano Fernández Enguita
escribe: “No se ha superado el desfase con la media de los países más
avanzados” y que “el fracaso es del conjunto de la política educativa,
la institución escolar y la profesión docente (sin contar, más
vagamente, con el de la sociedad)”.
En ese contexto, mañana votará el Congreso la que promete ser la
séptima ley orgánica educativa de la democracia (la LOMCE), que el
ministerio presentó
como la aplicación de las evidencias internacionales que ofrecen
informes como el de PISA, aunque más tarde tuvo que admitir una parte
ideológica cuando se introdujeron puntos para reforzar la Religión y la
escuela privada subvencionada (concertada), entre otros. El secretario
general adjunto de la OCDE, Yves Leterme, alabó el pasado lunes la idea
de fomentar la evaluación (la nueva ley recupera las reválidas) y la
autonomía de los centros (aunque esta dependerá sobre todo de cómo
desarrollen la norma las comunidades). Sin embargo, también es cierto
que la OCDE, basándose en esos mismo estudios, ha advertido una y otra
vez sobre la inutilidad de la repetición de curso (algo que no se aborda
en la reforma).
Y, ello, además, teniendo bien presente que las conclusiones de esos informes tampoco son incontestables. Carabaña advertía ya en 2006
que PISA identificaba muy bien las diferencias entre países, pero no
las causas —“No apoyan ningún curso de acción determinado, pese a los
piadosos esfuerzos de sus autores e intérpretes por apuntalar con sus
datos ciertas corrientes pedagógicas”—, ya que para cada afirmación se
puede encontrar un ejemplo que funciona al contrario.
Además, tanto él como muchos otros especialistas han advertido en
contra de que las políticas se dejen guiar excesivamente por esos
trabajos. Y no solo en España. “Es problemático juzgar la calidad de un
sistema educativo diverso y complicado con una sola evaluación, no
importa lo buena que sea. PISA y TIMSS [una prueba de matemáticas y
ciencias en primaria] están bien diseñadas y bien implementadas, y
proporcionan datos sólidos sobre las habilidades y conocimientos, pero
es mucho lo que PISA no evalúa”, advierte en un trabajo
del año pasado la investigadora del Centro de Estudios Independientes,
de Australia, Jennifer Buckingham. “También es problemático fijar metas
sobre la base de comparaciones o clasificaciones. Si todos los países de
la OCDE mejoran su sistema educativo de manera significativa,
mejorarían los resultados de todos los estudiantes, pero no habría
ningún cambio en la clasificación”, añade.
Así, los problemas de lectura e interpretación, muchas veces
entrelazados con las utilizaciones políticas, son las claves de las
dificultades que impiden alcanzar ese ideal reclamado por muchos
especialistas de tomar decisiones basadas en la evidencia, dejando de
lado ocurrencias y prejuicios ideológicos.
De hecho, en la base de la imagen de la educación española hay una
asunción muy extendida que multitud de expertos (Carabaña, Feito,
Francisco Imbernón...) insisten sin mucho éxito en declarar falsa: que
la escuela española es un desastre y no solo eso, sino que va para
atrás. “Tenemos un sistema donde, a pesar de que se ha duplicado el
presupuesto entre 2000 y 2009, los resultados de PISA han empeorado”,
dijo Gomendio en una entrevista
en este diario el pasado junio. En el examen de lectura, en 2009 los
alumnos españoles estaban 12 puntos por debajo de la media mientras que
en 2000 estaban a siete.
Pero distintos expertos aseguran que esa diferencia no es
significativa. De hecho, el julio, el director del informe PISA, Andreas
Schleicher, decía
en el Congreso en una comisión sobre la LOMCE: “¿Dónde se sitúa España
globalmente? Podemos decir que los resultados educativos se han
mantenido estables, y bien en términos de equidad. El mayor reto está en
cómo aumentar la calidad sin perder el grado de equidad elevado que
alcanza. La capacidad lectora creo que se ha mantenido bastante estable,
pero no ha crecido en cuanto a calidad como ha ocurrido con otros
países”.
El sociólogo de La Laguna José Saturnino Martínez suele explicarlo de
la siguiente manera: si se transforman a una escala de estatura los
resultados de PISA, el conocimiento medio en la OCDE sería algo así como
180 centímetros, y los chicos españoles medirían en lectura 178,8, no
muy lejos de Reino Unido (180,1), Dinamarca (180,2) o Estados Unidos
(180,7). Con ello, el especialista canario viene a decir: “Los españoles
no somos tan bajitos en nivel educativo como se cree”.
Pero también multitud de especialistas hablan de mediocridad, de
malos resultados y del retroceso al que se refiere Gomendio. E,
independientemente de la calificación global del estado de la escuela,
nadie niega que los problemas existen y son preocupantes, sobre todo, un
abandono educativo temprano que, aunque reduciéndose, sigue estando muy
por encima de la media europea (24,9% frente a 12,8%). El problema, de
nuevo, es que nadie es capaz de poner encima de la mesa soluciones
indiscutibles.
Por eso, señala Rafel Feito, es tan importante el consenso a la hora
de poner en marcha una reforma, y por eso se queja amargamente de la
falta de diálogo de la que desde todo tipo de sectores han acusado al
Ministerio de Educación durante la tramitación de la LOMCE. Ya ha habido
dos huelgas generales y el próximo 24 habrá otra. Acusan a la futura
ley de ser segregadora y de volver al pasado (por las reválidas y
adelantar los itinerarios, entre otras cosas), de fortalecer la Religión
y la escuela concertada. Aseguran que iniciativas como las reválidas no
solo no mejorarán el problema, sino que empeorarán el abandono escolar y
se quejan de que toda la ley es un ataque a la escuela pública que se
completa con un recorte del presupuesto educativo que ya va por los
6.400 millones de euros desde 2010.
La OCDE, en este caso, advirtió
en su último informe económico para España contra estas restricciones
económicas: “Los recortes en la educación pública (también los de
sanidad) difícilmente pueden hacer una contribución mayor para cumplir
los objetivos de reducción del déficit, ya que es importante proteger el
acceso”, explicaba en enero el economista de la OCDE Andrés Fuentes.
Por su parte, el Gobierno define su reforma como “un abordaje de los
principales problemas detectados en el sistema educativo español, sobre
resultados objetivos de las evaluaciones realizadas por organismos
internacionales”, que conseguirá la mejora gracias a la “flexibilización
de las trayectorias” (itinerarios), “atención personalizada” (pruebas
de evaluación en primaria o un nuevo título de formación profesional) y
la “cultura de la responsabilidad y el esfuerzo” (reválidas, autonomía y
rendición de cuentas).
Y así, en medio de un diálogo de sordos desde hace meses, mañana se
vota en el Congreso la LOMCE: se enviará después al Senado, que, una vez
vista, la devolverá al Parlamento para su aprobación definitiva. Todos
los grupos de la oposición, salvo UPyD, UPN y Foro de Asturias, se han
comprometido a derogarla si el PP pierde su actual la mayoría absoluta.
Artículo publicado en elpais.com
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