Los apoyos que se lleva la tijera
El ministerio retira en 2013 el dinero de los planes PROA de refuerzo para alumnos con dificultades
“Se está penalizando a los más débiles”, dice un experto
J. A. Aunión
Talavera de la Reina
2 DIC 2012 - 18:22
Rodolfo Mateos habla de autoestima. Detrás de unas largas y alocadas
barbas grises de catedrático de instituto de Lengua y Literatura desde
hace más de tres décadas, habla de algunos “éxitos personales”, de
victorias pequeñitas. Por ejemplo, de la primera vez que un chaval que
no hacía más que suspender le contó, orgulloso, radiante, que otro
profesor le había felicitado por un trabajo. “Son chavales que quizá no
van a ser médicos ni ingenieros, que tienen sus problemas y los seguirán
teniendo, pero que, con esfuerzo, logran aprobar y sacarse la
secundaria”. Y con la educación secundaria, ¿quién sabe?, quizá sí
puedan llegar a ser médicos, ingenieros o lo que quieran.
Mateos se refiere a algunos de los alumnos que han pasado por sus clases de refuerzo
durante las tardes en el instituto público Ribera del Tajo de Talavera
de la Reina, una localidad toledana de 88.000 habitantes que, muy
volcada tradicionalmente en el comercio, está sufriendo con enorme
dureza los estragos de la crisis. Uno de los más de 14.000 parados de la
localidad es el marido de María del Mar Gamonal. “Se dedicaba a la
construcción y no le sale nada. Y ahora encima nos quitan el subsidio”,
dice Gamonal. Tienen una niña, Ana Isabel, que cumple 14 en enero. El
curso pasado iba a las clases de refuerzo de por la tarde del Ribera del
Tajo, pero este año todavía no han empezado, se queja, ni se sabe aún
si van a empezar por culpa de los recortes (este periódico se lo ha
preguntado a la Consejería de Educación, pero no ha recibido respuesta).
Esas clases de por la tarde son una parte de los Programas de
Refuerzo, Orientación y Apoyo (PROA), que intentan “contribuir a
debilitar los factores generadores de la desigualdad y garantizar la
atención a los colectivos más vulnerables para mejorar su formación y
prevenir los riesgos de exclusión social”, explica la web del Ministerio
de Educación. Arrancaron en el curso 2004-2005 con un plan experimental
en 143 centros y el curso pasado participaron en él 4.236 colegios e
institutos de toda España. Se ofrecen en los últimos cursos de primaria y
los primeros de la ESO, los momentos más complicados de transición.
El plan lo han financiado conjuntamente las comunidades y el
ministerio hasta el año pasado, cuando Educación, aún en manos del PSOE,
dijo que no era necesario que las autonomías pusieran su parte. En
2013, el ministerio que hoy dirige José Ignacio Wert ya no pondrá ni un
euro para PROA. Y, si es así, quedarán muy tocados y pueden desaparecer
en buena parte de España, como ya desaparecieron el curso pasado en
Baleares. De momento, ni en Aragón ni en Madrid ni en Castilla-La Mancha
han arrancado este año los refuerzos por la tarde. En Castilla y León,
informan los directores de instituto, se mantienen, pero en menos
centros.
Quizá es solo un programa, pero quizá también es la última gota de
unos recortes que, como predijeron numerosos especialistas, afectan
mucho más y mucho peor a los sectores más desfavorecidos. Menos
profesores y menos recursos han ido significando menos desdobles (clases
reducidas en algunas materias algunas horas a la semana), menos clases
de recuperación para los que suspenden, supresión de aulas de acogida
para alumnos extranjeros Y, al final, la eliminación del dinero para los
PROA (este año han sido 60 millones).
“Es un disparate, se está penalizando al más débil”, dice el
catedrático de Educación de la Universidad de Murcia Juan Manuel
Escudero. “Se está dejando a estos chavales desamparados, se les quitan
unas ayudas que, siendo todo lo mejorables que quieras, les hacían mucho
bien”, continúa. Escudero ha participado en el último número de la
Revista de Educación, dedicado precisamente a las medidas de apoyo
educativo. En su artículo habla de algunas sombras del programa (que
funciona mejor en primaria y en los primeros años de puesta en marcha),
pero de muchas luces: la gran valoración por parte de todos los
participantes (docentes, equipos directivos, estudiantes y familias); la
mejora en la promoción de curso; las mejoras en Lengua y Matemáticas;
la existencia de una buena planificación y coordinación... Junto al
dinero de los PROA programa, el ministerio elimina en 2013 el
presupuesto para el resto de planes contra el abandono escolar temprano
(40 millones), del que salía dinero, por ejemplo, para contratar a
psicopedagogos o trabajadores sociales para centros con alumnos con
dificultades.
La otra pata del PROA son profesores extra para facilitar durante la
jornada lectiva normal los desdobles y refuerzos donde los alumnos van
más flojos, pero también donde haya problemas de disciplina. Esta parte
sí está todavía en marcha en Castilla-La Mancha: 66 profesores extra que
paga exclusivamente la Consejería de Educación, explica una portavoz.
En el caso del Ribera del Tajo de Talavera hay un profesor extra, uno
menos que el curso pasado y, en todo caso, una ayuda que no da para
compensar la pérdida de 24 profesores en dos años (hoy son 70 para 1.100
alumnos en turnos de mañana y tarde). Declarado como centro de especial
dificultad, el centro mantiene una sección bilingüe y un programa para
los alumnos que van mejor; y le dan muchísima importancia a las
actividades extraescolares (viajes al museo, al teatro...), cuenta su
director, Andrés de la Heras.
Tanto él como Mateos dicen que la clases extra del PROA no tratan
solo de que los chavales avancen académicamente. Muchas veces, lo que
necesitan es adquirir hábitos de estudio, de mantener unos horarios, de
marcarse unos objetivos y hacer los esfuerzos necesarios para
alcanzarlos. De recuperar esa autoestima de la que hablaba Mateos al
principio de este texto. O, simplemente, de integración.
Este es el caso de Lulu Wang, alumna de 14 años y origen chino que
sonríe al explicar que le han ayudado mucho las clases de refuerzo de
Lengua: “En casa, con mis padres y mis hermanos, solo hablamos en
chino”. Dice que no hubiera ido a clases de refuerzo si hubieran sido
fuera del instituto. “Me podría muy nerviosa con gente que no conozco”.
Junto a ella, Sandra Mendoza, también de 14, años insiste en que ahora
le iría mucho peor si no hubiera tenido el PROA los dos últimos cursos
(se dan en 1º y 2º de ESO y ella está ya en 3º). Su padre es chapista y
su madre, ama de casa. “No hubieran podido pagarme unas clases
particulares” privadas.
Artículo publicado en ELPAIS.com
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