José Manuel, siempre con una sonrisa, posa ante el cartel que pide soluciones a la Junta. JAVIER MARTÍN
Cada día, nada más entrar a su instituto, José Manuel
Cansado, que va a cumplir 23 años y estudia Segundo de Bachillerato
adaptado de Sociales en el IES motrileño Giner de los Ríos, le hace la
misma pregunta al conserje: "¿Tienes ahí el teléfono de mi padre
verdad?". José Manuel se mueve en silla de ruedas porque sufre una
parálisis cerebral y desde hace 15 días se ha quedado sin el monitor que
le atendía en su instituto, por lo que depende de su padre. Si necesita
ir al servicio, tiene que llamarle para que le lleve. Y su progenitor,
Manuel, tiene que salir de su trabajo, dejarlo todo y correr hasta el
instituto para ayudar a su hijo. El padre vuela, pero no siempre logra
llegar a tiempo. Y le invade la impotencia ante la situación, provocada
por el traslado del monitor a mitad de curso.
Sin el trabajador que le cuidaba, el joven estudiante
motrileño se siente indefenso, su atención está condicionada a que
llegue su padre y a la buena voluntad de sus profesores y compañeros. Y
no es el único caso, el centro tiene otro alumno de Bachillerato con
discapacidad y con las mismas necesidades especiales.
La plaza del monitor que se trasladó no se ha cubierto aún.
Este tipo de puestos están considerados Personal de Administración y
Servicios, por lo que ni siquiera depende de la delegación de Educación.
Y encima, los traslados se resuelven a mitad de curso. La ley dice
además que hay un mes para cubrir estas vacantes. Por eso, desde hace
meses, el director Jesús Bustos, y los padres de los niños afectados
están luchando ante la Delegación de Educación para que se tomaran
medidas y no se diera lugar a este problema.
La Junta ha garantizado a la dirección del centro que "esta
misma semana, con una seguridad del 100%" se cubrirá la vacante y
llegará un nuevo monitor al instituto.
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