El programa educativo de Francia, muy lejos de la ley Wert
El cambio normativo que prevé el ministerio español, de bajo coste. se basa en las evaluaciones externas y las vías alternativas
Más profesionales y más recursos, sobre todo en la educación infantil
y primaria. Esta, que es la receta central que aplicará el Gobierno
francés para intentar mejorar sus resultados educativos, está bastante
lejos de la que intenta poner en pie el Ejecutivo español, basada en
adelantar las vías distintas para los alumnos y fomentar la rendición de
cuentas a través de exámenes externos que en ESO y bachillerato serán
reválidas. Además, muy centrada en la secundaria y muy poco en primaria,
no mira absolutamente nada a la educación infantil; de hecho, los
recortes se han llevado por delante el programa de creación de plazas
escolares para menores de tres años.
El proyecto que ya se conoce con el nombre del ministro de ramo —ley
Wert— no solo no prevé más profesionales, sino que cuenta con un ahorro
de más de 91 millones de euros, el equivalente al sueldo de 2.534,4
profesores gracias a la eliminación de algunas posibilidades de elección
para los bachilleres, según la memoria económica de la futura ley que
ayer envió el ministerio a las comunidades.
El texto sostiene que el
hecho de contar con esos ahorros de sueldos no supone “una reducción del
profesorado, sino una reestructuración de su distribución”, aunque no
está nada claro cómo piensan achicar una cifra equivalente a muchos
salarios sin reducir el número de personas que los cobran.
El ministerio ha insistido en todo momento, en un contexto de grandes
recortes en educación (más de 6.300 millones desde 2010) y de reducción
en decenas de miles en las plantillas docentes, que el del sistema
español no es un problema de recursos, sino de estructura y que su
reforma, aseguran, lo arreglará. En todo caso, implantar la ley costará
cinco veces más de lo que calculó en principio Educación: 408 millones
al Gobierno central en los primeros tres años y entre 150 y 925 millones
a las comunidades en los siguientes.
¿Dónde va el dinero? A las evaluaciones externas, las pruebas de
acceso a los distintos grados de formación profesional o la creación de
una nueva modalidad de educación obligatoria (FP Básica). Además, al
adelanto de las vías hacia la FP o el bachillerato a los 14 y, sobre
todo, a los 15 años —esto último sí acercará el sistema español al
francés, donde los alumnos se separan completamente en una vía u otra a
los 15—. Después, el dinero que se gasten las autonomías dependerá del
éxito de la reforma, es decir, del número de jóvenes que sigan
estudiando en vez de abandonar los libros, algo que hace en España un
26,5%, casi el doble de la media de la UE.
También ambas reformas, la francesa y la española, contemplan una
reorganización curricular, pero desde posiciones casi, casi opuestas. Si
Francia prevé más educación artística y cultural y se enseñará
educación moral y cívica en todos los cursos; España ha anunciado
eliminación de la asignatura de Ciudadanía, y Wert llegó a hablar de
“materias que distraen” para defender más tiempo para las
instrumentales: ciencias, lenguas y matemáticas.
El Gobierno galo, adelanta asimismo la enseñanza de idioma extranjero
a los 6 años, algo que los españoles ya empiezan a hacer antes, en la
etapa de 3 a 5 años.
La mejora de la formación inicial de profesorado, una clave señalada
hasta la saciedad por los expertos y que recoge el proyecto francés, en
España se ha pospuesto y deberá esperar a una segunda etapa de reformas.
Artículo publicado en ELPAIS.com
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